MI BAUTISMO
Cuando entré en el agua del Río Jordán para que Juan me bautizara, no
esperaba sentir nada más que alivio y saber que, por una vez, había dado
un paso positivo hacia la reforma de mi comportamiento. Esperaba sentir
una nueva determinación para irme a casa y sorprender a mi madre y a
mis vecinos con mis nuevas actitudes amables hacia ellos. Lo que
realmente ocurrió cuando Juan me bautizó
fue una experiencia completamente diferente de cualquier cosa que jamás
pensé posible. Sentí una gran oleada de tremenda energía surgir a
través de mi cuerpo. Me quedé atónito. Al salir del agua tambaleándome,
me sentí elevado en consciencia de manera extraordinaria. Un gran flujo
de cálida felicidad me elevó a un estado de éxtasis. Estuve cautivado y
consciente de una gran Luz.
Tropezando, me alejé del río y me fui andando y andando, sin saber a dónde. Seguí así, sin ver, y entré en el desierto.
¡PON ATENCIÓN! MIS SEIS SEMANAS EN EL DESIERTO fueron un tiempo de
total purificación interior de mi consciencia humana. Las viejas
actitudes, creencias y prejuicios fueron disueltos.Ha llegado el momento
de compartir todo lo que sentí, ‘vi,’ de lo que me di cuenta y lo que
comprendí, con las personas receptivas. (Para ayudar a que la gente
abandone las imaginaciones de antaño de una ‘deidad’ bíblica, evitaré
referirme a ‘Dios’ usando esa palabra, y utilizaré una
terminología
diseñada para ampliar tu mente, para abrazar lo que ‘realmente es’ más
allá de toda forma terrenal, color, sonido, emoción y comprensión. Esta
terminología llegará a tener aún más sentido conforme vayas perseverando
en la meditación y en la oración.)
MI VIDA TEMPRANA y MIS EXPERIENCIAS en el DESIERTO
Nací en Palestina. Mi Madre estaba convencida de que yo era el Mesías.
Contrario a la creencia popular, yo no era un niño santo. Cuando me
llevaron al templo, a la edad de 12 años, para que me entrevistaran los
Sumos Sacerdotes para determinar si era apto para entrar en la
preparación Religiosa Judáica, me
rechazaron por ser demasiado testarudo.
Amargamente decepcionada, mi madre me llevó de vuelta a casa e hizo lo
que pudo para criarme en la santidad que le marcó su propio modo de
comportamiento en todo momento. Ésta era una tarea imposible porque yo
era sobre todo, un individualista y un revoltoso. Me molestó la
normativa de mi madre y sus intentos de disciplina.Como joven, me volví
imposible de controlar — ¡un verdadero rebelde! Rechacé la
inquebrantable adherencia de mi madre a la fe y tradiciones Judaicas,
prefiriendo la risa a las actitudes santurronas. Me negué a aprender un
oficio que me atase a la rutina. Elegí mezclarme con todas las clases
más humildes sin excepción; bebí con ellos, conocí a prostitutas y
me divertí hablando, discutiendo, riendo y siendo holgazán. Cuando
necesitaba dinero, iba a las viñas durante un día o dos o hacía trabajos
en los que me pagaban lo suficiente para comer y beber y darme al ocio
que ansiaba.
A pesar de mis muchos defectos como ser humano, mis
actitudes descuidadas e indolentes, mi voluntad caprichosa y
determinación egocéntrica para pensar mis propias ideas sin importar lo
que los demás pudieran pensar de mí, tenía una profunda preocupación por
la gente. Era profundamente emocional. En tu habla de hoy, dirías
híper-reactivo, híper-emotivo. Tenía un buen corazón, compasivo y
empático. La presencia de la enfermedad, la aflicción y la pobreza me
conmovían profundamente. Era fuerte partidario de los desvalidos. Se
podría decir que era “de la gente.” Viví muy cerca de ellos en un
espíritu de compañerismo; escuché sus penas, las comprendí y me
preocuparon. Es importante comprender mis
verdaderos orígenes y
mis características de temprana juventud porque fueron los acicates que
me incitaron, empujaron e impulsaron finalmente a ser el Cristo.
Lo
que más fuertemente aborrecí y no resistí fue la miseria – la
enfermedad y la pobreza – que vi a mí alrededor. Eso me enfureció – y me
volví apasionadamente enojado y vociferante por ver a la gente vestida
en harapos, delgada y hambrienta, enferma y lisiada, y todavía siendo
cruelmente intimidada por los líderes Judíos quienes la cargaban con
leyes y prácticas tradicionales sin sentido, amenazándola con el castigo
de Jehová si no obedecía. Proclamé a todos los que me querían escuchar,
que este pueblo soportaba bastante sin ser doblegado por
medidas sin sentido restrictivas de placer. ¿Cuál era la razón de vivir si no nacíamos para ser felices?
Me negué a creer en un Dios ‘justo’ según las tradiciones Judaicas. Los
advertencias bíblicas proféticas del ‘juicio y cólera’ de Jehová contra
la gente, me indignaron. La gente era humana, después de todo, haciendo
lo que su naturaleza humana le impulsaba a hacer. Nacieron pecadores -
¿por qué juzgarlos y condenarlos a una vida de sufrimiento y pobreza por
romper los
Diez Mandamientos? ¿Cuál era el sentido de tales afirmaciones?
Para mí, esta creencia Judaica representaba un Dios ilógico y cruel, y
no quería tener nada que ver con ‘Él’. Me parecía que si existía tal
deidad, entonces el hombre estaba condenado a la miseria eterna. La
sencillez y la libertad que encontré en las colinas, en las llanuras, en
los lagos y en las montañas, refrescaron mi espíritu interior y
tranquilizaron mi cólera que murmuraba contra el Dios Judaico. Por
consiguiente, me negué a creer ni una palabra de lo que los Judíos
mayores intentaron enseñarme.
Sin embargo, a los 25, 26 años, una
nueva pregunta se apoderó de mi mente. Mientras paseaba cada vez con más
frecuencia, a solas por las colinas, mi rebeldía fue gradualmente
reemplazada por un anhelo que me consumía por saber y comprender la
verdadera naturaleza de AQUEL que sin duda debía inspirar y respirar a
través de la creación. Repasé mi manera de vivir y vi cuánto sufrimiento
mis acciones habían causado a mi madre y a muchas otras personas.
Aunque sentía tal compasión por los débiles y los sufridos, mi
naturaleza
rebelde había dado lugar a mucho comportamiento
desconsiderado y egoísta hacia mi familia. Mi amor subyacente hacía
ellos ahora brotaba en mí y me encontré volviéndome igualmente rebelde
contra mi comportamiento anterior. Hablaron de Juan el Bautista y la
labor que realizaba entre los judíos que venían incluso de Jerusalén
para escuchar sus palabras. Decidí visitarlo para que me
bautizara. De camino hacia el Río Jordán, me sentí muy entusiasmado ante la perspectiva de bautizarme y empezar una nueva vida.
Sabía que a pesar de mi emotividad desenfrenada, había nacido también
con una inteligencia aguda, y con un don impresionante para el debate
penetrante, el cual había utilizado caprichosa y negativamente, llevando
a la gente a desenfrenadas discusiones. Había malgastado mis talentos
siguiendo una vida egoísta, ociosa y de placer. Como consecuencia había
perdido todo el respeto de los demás y tampoco me respetaba a mí mismo.
Por primera vez esto me era intolerable. Se
me ocurrió que en el
futuro, podía y debía disponer de mis dones naturales para mejor uso. En
lugar de simplemente hacer ruido quizás podía encontrar una mejor
manera de aligerar la carga de aquellos a quienes compadecía tanto.
Hasta entonces, no había sido útil a nadie.- Fuente Cartas de Cristo
Cartas de Cristo
Les describí lo que ocurrió durante mi bautizo y en las seis semanas en
el desierto. Les expliqué que todos mis pensamientos, creencias,
actitudes, arrogancia y rebeldía previa fueron paulatinamente limpiados
de mi consciencia mientras pasaba por las profundas revelaciones y las
visiones que me mostraron la ‘Realidad’ que ahora llamaba el ‘Padre.’
Expliqué la ‘Naturaleza’ del ‘Padre’ y
que esta Naturaleza Divina también estaba compuesta por la Voluntad
Divina. Les dije que era el hombre en sí quien por su pensar erróneo y
su comportamiento equivocado se
apartaba del ‘Padre’ en su
interior, y que era únicamente el hombre, primero al arrepentirse y
luego mediante la purificación mental-emocional, quien podría volver a
encontrar su propio camino de vuelta y el contacto pleno con el ‘Padre.’
Cuando esto se cumpliera, la ‘NATURALEZA’ plena del ‘PADRE’ sería
liberada en la mente, corazón, cuerpo, alma, en el entorno y en
lasexperiencias de la persona. Al suceder esto, tal persona entraría en
el Reino del Cielo donde reina el ‘Padre’ y también el Reino del Cielo
se establecería dentro de la consciencia de la persona. Entonces habría
alcanzado el propósito que hay detrás de su existencia. Mientras hablaba
con mis discípulos, vi sus reacciones reflejadas en sus caras. Toda
duda había
desaparecido - ahora había luz de cierta comprensión y
alegría. Estos jóvenes se convertían en entusiasmados creyentes
exclamando:
- ¡Estas sí son buenas nuevas!
Sin embargo, después
de la primera aceptación de todo lo que había dicho, había veces que se
preguntaban si todo lo que había dicho era verdad. Esto lo comprendí.
Estar dispuesto a deshacerse de la imagen de ‘Jehová’ tan profundamente
grabada en sus mentes requería mucha valentía. Hubo veces que hablaron
entre sí y se preguntaron quién era este hombre que pretendía
maravillas. ¿Y si me seguían y resultara que realmente era un mensajero
de Satanás? ¿Entonces
qué? Serían severamente castigados por Jehová.
Tenían mucho que perder – su posición social como jóvenes, hombres
sobrios y trabajadores, su reputación como comerciantes y artesanos, la
pérdida de ingresos, y el obstáculo más grande de todos, el probable
enojo y rechazo de sus familias. ¿Qué recibirían de recompensa? Les dije
que no les podía prometer ninguna recompensa terrenal por su ayuda en
propagar el ‘evangelio de la buena nueva.’ No tenía ninguna duda que
dondequiera que fuéramos nos darían
alimento y refugio y que la
gente nos acogería bien. Tan sólo podía prometerles la Verdad de que el
‘Padre’ conocía sus necesidades, que les serían satisfechas, y que les
mantendría sanos. También les podría prometer que al ir al ‘Padre’ y al
confiar en el ‘Padre’ en cada paso del camino, estarían felices como
nunca lo habían sido antes. Experimentarían el Reino del Cielo ellos
mismos según el punto en que echasen a un lado las exigencias del ‘yo’ y
sirvieran a los demás. Serían testigos de las curaciones, y éstas les
aumentarían la fe y les darían la valentía para sobrellevar las
incomodidades del viaje. Y así empezamos nuestra misión de propagar la
‘BUENA NUEVA’ del ‘EVANGELIO del REINO.’
fuente
Amixsis Ahau
EL DIA 26 DE SEPTIEMBRE PREPARA MUCHAS COSAS TANTO ASTROLOGICO COMO ESPIRITUAL
La Tierra misma, liberada ahora desde hace casi un año, ve efectuarse los cambios de su configuración. Durante esta fase, vosotros sois llamados. La llamada es Vibratoria. La llamada será la del sonido de la Tierra y el sonido del Cielo y, en un momento dado, será la llamada de María. En ese instante, ninguna circunstancia exterior puede ni debe alteraros de ninguna forma.
Les corresponde elegir el miedo o el Amor y eso es realmente la única elección, la única Verdad. Vengo hoy simplemente, a alentarlos. A 4 semanas de nuestra cita, vengo a pedirles como Madre de ser la Alegría, de encarnarla aquí, sobre la Tierra en este cuerpo, cualquiera que sea el estado de este cuerpo. Vengo a pedirles de ser la Alegría,
La intensificación de las Vibraciones, la intensificación de lo que pasa sobre la Tierra y en el Cielo, corresponde enteramente, a la llegada de la Estrella. Una Estrella, es lo que brilla. Una Estrella, es lo que emite la Luz, desde el Interior. Una Estrella, es lo que calienta y que aporta el Amor
No hay nada en absoluto que temer para aquél que acepta la Transparencia. No hay nada que temer para aquél que acepte volverse como un niño. No hay nada que temer, tampoco, para aquél que se sitúe con antelación en la Humildad y la simplicidad, de lo que acerca a la Conciencia y al cuerpo. Si vivís esto como un niño, efectivamente, no hay ninguna razón, ni ninguna justificación, para que esto pase de manera anormal.
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